¿Cuándo decimos que vamos a meditar, a qué nos referimos exactamente?
Lo primero de todo es hacer una aclaración sobre el término. En occidente Meditación es la “acción y efecto de meditar” y meditar viene del latín meditāri “pensar atenta y detenidamente sobre algo” (RAE).
Sin embargo, no es a esto a lo que nos referimos cuando decimos que vamos a meditar, sino más bien a todo lo contrario.
La meditación, Dhyana en sanscrito es el 7º paso del Asthanga yoga (los ocho pasos del yoga) de Patanjali. TKV Desikachar lo define como “la capacidad de desarrollar interacciones con lo que intentamos comprender”. Aunque esta definición no sé, si no lo complica aún más.
Dentro del contexto del yoga, podemos decir que la meditación es la parte más importante, es la práctica por excelencia, de modo que todo lo que hacemos a lo largo de la sesión se yoga, tiene por objeto, llevarnos a la práctica meditativa.
Swamy Tirthananda lo definió como “vaciar la mente, silenciar el pensamiento discursivo para alcanzar estados no ordinarios de conciencia”. A mí me resuena algo más esta enunciación. Y aun así, parece que hemos de vaciar la mente para poder decir que hemos meditado.
No nos engañemos, puede que pase algún tiempo, puede que incluso años, desde que comencemos a practicar la meditación, hasta que consigamos obtener un poquito de espacio en nuestra mente. Pero lo importante es que permanezcamos siendo fieles a nuestra intención de meditar, ya que solo por el mero hecho de permanecer en postura estable, quieta y con los ojos cerrados, ya estamos obteniendo una serie de beneficios a nivel mental. El hecho de que poco a poco vayamos espaciando el tiempo que transcurre entre un pensamiento y el siguiente, solo es cuestión de tiempo y de práctica constante (Abhyasa).
Hay infinidad de técnicas de meditación, las encontramos descritas de múltiples formas: con objeto, sin objeto, con mantra, con vela, centrada en el cuerpo, en la respiración, guiada, en silencio, meditación Zen, Budista, Vipassana…
¿Cuál elegir? He ahí el problema, cómo elegir un método para hacer algo en lo que ni siquiera sé lo que tengo que hacer, ni lo que va a ocurrir.
Y es que parece que todo el mundo sabe de lo que habla, menos tú. Durante los primeros años yo sentí bastante frustración, ya que cada vez que me sentaba a meditar acababa haciendo la lista de la compra o pensando en lo que iba a hacer cuando saliera de clase. Pero claro, cuando yo decía que no podía dejar la mente en blanco (que era lo que yo pensaba que había que hacer), todos me miraban como si no fuera normal. A día de hoy, he de decir que mi mente sigue su propio ritmo cuando me siento a meditar, pero ahora sé que cada persona tiene su propio ritmo, y que por lo general pasan años hasta que consigues ir poniendo un poco de paz en ese espacio de locura que a veces es la mente.
De modo que no desesperes, si es tu caso, simplemente observa los pensamientos, deja que pasen, no te enredes con ellos. Y en cuanto te des cuenta de que te has ido, vuelve al foco de atención que hayas elegido, a la respiración, a tu cuerpo, a un punto determinado de tu cuerpo…, verás cómo antes de darte cuenta, al echar la vista atrás, te das cuenta del largo camino que llevas recorrido, de cuanto has avanzado en el sendero de la meditación. Ese sendero por el que cuanto más transitemos, más fácil será avanzar. Poco a poco, la luz se irá abriendo paso entre tus pensamientos.
Y en cuanto a la técnica a elegir, da igual, elige una y pruébala en varias sesiones. Si no te sientes cómoda o cómodo con ella, elige otra y ves probando distintos métodos hasta que sientas, que por fin has dado con tu técnica.
A mí personalmente me gusta probar distintas técnicas, pero son dos con las que más a gusto me siento:
- Centrándome en la respiración, sintiendo cómo entra y cómo sale el aire por mis fosas nasales.
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Centrándome en Chidakasha, la pantalla frontal, el espacio situado detrás de los ojos, donde estaría el 6º chakra, Ajna Chakra.
Buen día y feliz meditación.
ॐ Om Shanti ॐ