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YULE - SOLSTICIO DE INVIERNO_RITUAL PARA LA VIDA COTIDIANA

YULE - SOLSTICIO DE INVIERNO

Hay una serie de momentos a lo largo del año que destacan por su importancia a muchos niveles. Uno de estos momentos es el solsticio de invierno o la fiesta celta Yule que comienza ese mismo 21 de diciembre, alargándose durante 12 días hasta el 01 de enero.

Las celebraciones celtas destacan por observar el calendario lunar y agrícola a la hora de datar sus festividades. Del mismo modo, a lo largo de la historia han sido muchas por no decir todas las culturas y tradiciones las que han sabido reconocer la fuerza y el misticismo que subyace tras un momento tan importante como es el solsticio de invierno.

El año celta comenzó en Samhain, con lo para nosotros es la celebración de los muertos del 31 de octubre al 1 de noviembre, por lo que el solsticio representa una época de renacimiento. Concretamente los celtas celebraban el renacimiento de la divinidad y de los espíritus después de su muerte en Samhaim, el año nuevo druídico.

Entre Samhain y Yule tiene lugar la estación oscura, los días han ido haciéndose cada vez más oscuros, los días han acortado y las noches son las más largas del año. Aprovechamos por tanto para meditar sobre la oscuridad, la esperanza y hacer un análisis personal.

Es un momento propicio para la realización de rituales en los que tomemos conciencia de de que un ciclo termina para dar paso al nacimiento de otro nuevo ciclo. Se quemaba un leño durante 12 horas, donde el leño simbolizaba todo lo vivido a lo largo del año y la quema representaba el término de ese ciclo que culmina.

Es la época de mayor poder energético, la energía del ciclo previo ha ido languideciendo hasta morir y vuelve a renacer preparada para ser estrenada.

Los dioses solares, las diosa madres, la triple diosa (doncella, madre, anciana) tienen su lugar en estos momentos. El árbol también es figura indispensable en Yule, siendo Yggdrasil, el Fresno de la existencia, el árbol sagrado al que recurrir como representación poética y simbólica del orden universal.

Los celtas adornaban los árboles como símbolo de esperanza; al estar estos desnudos y vacíos de flores y hojas, era una forma de dotarlos de belleza reconociendo todo lo que los árboles les daban a lo largo del año.

La noche del 21 es la más larga del año, el momento de mayor oscuridad antes de que la luz regrese de nuevo. Por eso a lo largo de los últimos días, es probable que te hayas sentido con una energía distinta, como si algo estuviera llegando a su fin y no supieras muy bien que era.

Es por ello momento de observarnos y descubrirnos, como la vida que espera bajo la tierra el momento propicio para renacer, nosotros también podemos aprovechar esta energía que arranca con toda su fuerza para salir de esa tierra en la que habíamos estado dejando que nuestras raíces se expandieran y cogieran fuerza.

Son muchos los secretos que se entrelazan entre las ramas de nuestro árbol, como resplandecientes halos que dotan de belleza y fulgor cada segundo de nuestra existencia. En ocasiones solo hay que dirigir la vista hacia ese árbol que ha ido mostrándose a lo largo de los meses precedentes, dándonos sus frutos y cobijándonos con su sombra, nutriéndonos a través de sus raíces y ramas.

El comienzo del invierno, con la anciana sabia como figura arquetípica, la que ya fue doncella y madre, que ahora se prepara morir, volverá a renacer con la primavera.

Con el solsticio de invierno todo en la naturaleza está aletargado, del mismo modo, nuestro interior también está en calma, la mirada va hacia el interior y el descanso es lo que nos pide el cuerpo. La anciana sabia que hay en ti te invita a mirar en tu interior, a que busques tu propia sabiduría y que siembres las semillas que irán germinando para dar sus frutos cuando llegue la primavera.

Cuando el arquetipo de la anciana sabia está presente en ti de un modo positivo, tienes la capacidad de aprovechar esta parte del ciclo natural de la vida para buscar en tu interior las respuestas que te ayudan a hacer el balance de cómo va tu vida, qué es lo que a lo largo del último ciclo te ha servido y cómo quieres que vaya tu vida, de que te gustaría desprenderte para que tu vida vaya en la dirección que deseas. Puede que este sea uno de los mejores momentos del año para hablar contigo misma, para aprovechar la cercanía y la introspección que están presentes en este momento del año.

Aunque en ocasiones es la parte menos positiva de la anciana la que está presente en ti. Entonces es posible que te sientas seca, vacía y triste. Verás el invierno como la parte triste del año. Pero como en cualquier situación de la vida, siempre puedes coger esto y hacer algo con ello. Si sabes aprovechar la cualidades que definen al invierno podrás renacer más ligera, habiendo soltado las cargas que te impedían seguir avanzando y tomar tu nueva vida como una aventura, como una nueva forma de descubrirte, segura porque habrás eliminado las piedras del camino y habrás cuidado las semillas plantadas durante el invierno.

La anciana se relaciona con la luna negra, época de quietud y de renovación. A lo largo de los ciclos precedentes, la anciana ha cultivado el don del silencio, de la escucha y del desapego. Ella sabe que en el vacío y en la muerte está la semilla del renacimiento. Ella es sabia y tiene el don de la visión, la capacidad de ver más allá de aquello que en un principio podría parecer yermo y estéril, sabe que bajo esa apariencia de muerte, la vida pulsa por volver a expresarse, por volver a mostrarse en su máximo esplendor.

En este momento podemos acceder al lugar en el que las visiones creativas se gestan y la conexión con lo más profundo de nuestro Ser se vuelve más fácil, más accesible.

La anciana sabia es Hécate, es Hestia, es Ceridwen y es Innana. La llamemos de una u otra forma, ella siempre ha estado presente en todos los tiempos.

Todas las culturas han tenido esa capacidad de ver a la diosa del hogar, cuidadora del mundo interior y del fuego sagrado cuyo símbolo es el círculo que nos lleva a la esencia (Hestia).

Han visto a la que abandona su hogar como reina del cielo para bajar al submundo, para encontrar a su hermana y allí morir y renacer (Innana diosa sumeria). Que personifica el viaje del alma, el viaje del a heroína hacia lo más profundo, hacia su interior, para volver con el tesoro dela sabiduría.

En Hécate la diosa griega de la luna negra, encontramos a la guardiana de la intuición profunda que nos ofrece su sabiduría y guía para atravesar los entresijos de nuestra propia oscuridad.

Ceridwen la diosa galesa guardiana del caldero de la inspiración y la sabiduría, representa la manifestación de la creatividad y destrucción universales en la transformación eterna.

La muerte es rito de paso obligado para volver a renacer y los tiempos de transición, pérdida y envejecimiento nos invitan a caminar hacia la comprensión de los ritmos cíclicos de la vida y de la muerte. Por fin entendemos que sin desintegración, no hay renovación.

Por todo esto, la Diosa anciana es el caldero de la transformación, la señora de los misterios, señora del otoño que culmina, es la que sabe, la curandera, la chamana sabia que ha de morir para transformarse en la Anciana Sabia. En ella se encuentra la sombra que solo puede tocarse desde el interior, desde el cultivo de la introspección y el desapego de nuestras identidades imaginadas e irreales que nos alejan de nuestra verdadera esencia.

Ella es la que sabe, la que te espera en los cruces del camino, la anciana curandera que te espera en la noche oscura del alma, la que tiene las llaves entre los mundos.

Y cuando digo ella, cuando hablo de Hécate, de Hestia, de Ceridwen o de la anciana sabia, en realidad estoy hablando de ti, porque todas esas cualidades están en ti, tu Ser ya porta el caldero de la sabiduría, del conocimiento, de lo cognoscible, de aquella que sabe bucear en las profundidades de su propio ser, de su propia alma, aquella que comienza a brillar esta noche, para hacer su fulgor cada día un poco más patente, para poder mostrar al mundo la belleza que hay en tu interior, esa belleza que ilumina todo a tu alrededor y que alcanzará su máximo esplendor en la siguiente estación, en el siguiente ciclo.

De modo que dancemos, bailemos con los ojos abiertos en lo sagrado cotidiano,

dejemos que la luna guie nuestros pasos, seamos mareas, seamos luz de luna .

 Brillemos reflejando nuestros destellos internos en la superficie hialina de aquellos que nos rodean.

 

Si quieres aprovechar este momento energético del que venimos hablando y tomar conciencia del rumbo que está tomando tu vida, puede que te apetezca hacer algo simbólico como un ritual sencillo para ello.

 

YULE - SOLSTICIO DE INVIERNO

Hay una serie de momentos a lo largo del año que destacan por su importancia a muchos niveles. Uno de estos momentos es el solsticio de invierno o la fiesta celta Yule que comienza ese mismo 21 de diciembre, alargándose durante 12 días hasta el 01 de enero.

Las celebraciones celtas destacan por observar el calendario lunar y agrícola a la hora de datar sus festividades. Del mismo modo, a lo largo de la historia han sido muchas por no decir todas las culturas y tradiciones las que han sabido reconocer la fuerza y el misticismo que subyace tras un momento tan importante como es el solsticio de invierno.

El año celta comenzó en Samhain, con lo para nosotros es la celebración de los muertos del 31 de octubre al 1 de noviembre, por lo que el solsticio representa una época de renacimiento. Concretamente los celtas celebraban el renacimiento de la divinidad y de los espíritus después de su muerte en Samhaim, el año nuevo druídico.

Entre Samhain y Yule tiene lugar la estación oscura, los días han ido haciéndose cada vez más oscuros, los días han acortado y las noches son las más largas del año. Aprovechamos por tanto para meditar sobre la oscuridad, la esperanza y hacer un análisis personal.

Es un momento propicio para la realización de rituales en los que tomemos conciencia de de que un ciclo termina para dar paso al nacimiento de otro nuevo ciclo. Se quemaba un leño durante 12 horas, donde el leño simbolizaba todo lo vivido a lo largo del año y la quema representaba el término de ese ciclo que culmina.

Es la época de mayor poder energético, la energía del ciclo previo ha ido languideciendo hasta morir y vuelve a renacer preparada para ser estrenada.

Los dioses solares, las diosa madres, la triple diosa (doncella, madre, anciana) tienen su lugar en estos momentos. El árbol también es figura indispensable en Yule, siendo Yggdrasil, el Fresno de la existencia, el árbol sagrado al que recurrir como representación poética y simbólica del orden universal.

Los celtas adornaban los árboles como símbolo de esperanza; al estar estos desnudos y vacíos de flores y hojas, era una forma de dotarlos de belleza reconociendo todo lo que los árboles les daban a lo largo del año.

La noche del 21 es la más larga del año, el momento de mayor oscuridad antes de que la luz regrese de nuevo. Por eso a lo largo de los últimos días, es probable que te hayas sentido con una energía distinta, como si algo estuviera llegando a su fin y no supieras muy bien que era.

Es por ello momento de observarnos y descubrirnos, como la vida que espera bajo la tierra el momento propicio para renacer, nosotros también podemos aprovechar esta energía que arranca con toda su fuerza para salir de esa tierra en la que habíamos estado dejando que nuestras raíces se expandieran y cogieran fuerza.

Son muchos los secretos que se entrelazan entre las ramas de nuestro árbol, como resplandecientes halos que dotan de belleza y fulgor cada segundo de nuestra existencia. En ocasiones solo hay que dirigir la vista hacia ese árbol que ha ido mostrándose a lo largo de los meses precedentes, dándonos sus frutos y cobijándonos con su sombra, nutriéndonos a través de sus raíces y ramas.

El comienzo del invierno, con la anciana sabia como figura arquetípica, la que ya fue doncella y madre, que ahora se prepara morir, volverá a renacer con la primavera.

Con el solsticio de invierno todo en la naturaleza está aletargado, del mismo modo, nuestro interior también está en calma, la mirada va hacia el interior y el descanso es lo que nos pide el cuerpo. La anciana sabia que hay en ti te invita a mirar en tu interior, a que busques tu propia sabiduría y que siembres las semillas que irán germinando para dar sus frutos cuando llegue la primavera.

Cuando el arquetipo de la anciana sabia está presente en ti de un modo positivo, tienes la capacidad de aprovechar esta parte del ciclo natural de la vida para buscar en tu interior las respuestas que te ayudan a hacer el balance de cómo va tu vida, qué es lo que a lo largo del último ciclo te ha servido y cómo quieres que vaya tu vida, de que te gustaría desprenderte para que tu vida vaya en la dirección que deseas. Puede que este sea uno de los mejores momentos del año para hablar contigo misma, para aprovechar la cercanía y la introspección que están presentes en este momento del año.

Aunque en ocasiones es la parte menos positiva de la anciana la que está presente en ti. Entonces es posible que te sientas seca, vacía y triste. Verás el invierno como la parte triste del año. Pero como en cualquier situación de la vida, siempre puedes coger esto y hacer algo con ello. Si sabes aprovechar la cualidades que definen al invierno podrás renacer más ligera, habiendo soltado las cargas que te impedían seguir avanzando y tomar tu nueva vida como una aventura, como una nueva forma de descubrirte, segura porque habrás eliminado las piedras del camino y habrás cuidado las semillas plantadas durante el invierno.

La anciana se relaciona con la luna negra, época de quietud y de renovación. A lo largo de los ciclos precedentes, la anciana ha cultivado el don del silencio, de la escucha y del desapego. Ella sabe que en el vacío y en la muerte está la semilla del renacimiento. Ella es sabia y tiene el don de la visión, la capacidad de ver más allá de aquello que en un principio podría parecer yermo y estéril, sabe que bajo esa apariencia de muerte, la vida pulsa por volver a expresarse, por volver a mostrarse en su máximo esplendor.

En este momento podemos acceder al lugar en el que las visiones creativas se gestan y la conexión con lo más profundo de nuestro Ser se vuelve más fácil, más accesible.

La anciana sabia es Hécate, es Hestia, es Ceridwen y es Innana. La llamemos de una u otra forma, ella siempre ha estado presente en todos los tiempos.

Todas las culturas han tenido esa capacidad de ver a la diosa del hogar, cuidadora del mundo interior y del fuego sagrado cuyo símbolo es el círculo que nos lleva a la esencia (Hestia).

Han visto a la que abandona su hogar como reina del cielo para bajar al submundo, para encontrar a su hermana y allí morir y renacer (Innana diosa sumeria). Que personifica el viaje del alma, el viaje del a heroína hacia lo más profundo, hacia su interior, para volver con el tesoro dela sabiduría.

En Hécate la diosa griega de la luna negra, encontramos a la guardiana de la intuición profunda que nos ofrece su sabiduría y guía para atravesar los entresijos de nuestra propia oscuridad.

Ceridwen la diosa galesa guardiana del caldero de la inspiración y la sabiduría, representa la manifestación de la creatividad y destrucción universales en la transformación eterna.

La muerte es rito de paso obligado para volver a renacer y los tiempos de transición, pérdida y envejecimiento nos invitan a caminar hacia la comprensión de los ritmos cíclicos de la vida y de la muerte. Por fin entendemos que sin desintegración, no hay renovación.

Por todo esto, la Diosa anciana es el caldero de la transformación, la señora de los misterios, señora del otoño que culmina, es la que sabe, la curandera, la chamana sabia que ha de morir para transformarse en la Anciana Sabia. En ella se encuentra la sombra que solo puede tocarse desde el interior, desde el cultivo de la introspección y el desapego de nuestras identidades imaginadas e irreales que nos alejan de nuestra verdadera esencia.

Ella es la que sabe, la que te espera en los cruces del camino, la anciana curandera que te espera en la noche oscura del alma, la que tiene las llaves entre los mundos.

Y cuando digo ella, cuando hablo de Hécate, de Hestia, de Ceridwen o de la anciana sabia, en realidad estoy hablando de ti, porque todas esas cualidades están en ti, tu Ser ya porta el caldero de la sabiduría, del conocimiento, de lo cognoscible, de aquella que sabe bucear en las profundidades de su propio ser, de su propia alma, aquella que comienza a brillar esta noche, para hacer su fulgor cada día un poco más patente, para poder mostrar al mundo la belleza que hay en tu interior, esa belleza que ilumina todo a tu alrededor y que alcanzará su máximo esplendor en la siguiente estación, en el siguiente ciclo.

De modo que dancemos, bailemos con los ojos abiertos en lo sagrado cotidiano,

dejemos que la luna guie nuestros pasos, seamos mareas, seamos luz de luna .

 Brillemos reflejando nuestros destellos internos en la superficie hialina de aquellos que nos rodean.

 

Si quieres aprovechar este momento energético del que venimos hablando y tomar conciencia del rumbo que está tomando tu vida, puede que te apetezca hacer algo simbólico como un ritual sencillo para ello.

RITUAL PARA YULE, EL SOLSTICIO DE INVIERNO

Un ritual que podemos hacer en esta fecha, es el de encender un fuego sagrado para honrar a nuestros ancestros, a aquellos que nos han traído hasta el momento presente, lo mismo que a la trayectoria descrita a lo largo de este ciclo que concluye, de este año que llega a su fin, aquello que nos ha ido acercando hasta aquí.

Utilizaremos una vela para representar este fuego ritual. La luz del fuego, nos ayudará a que germine la semilla de lo que está por venir en el próximo ciclo, en esta nueva época que comenzamos. Este fuego ritual estará rodeado por piedras, formando un círculo alrededor de la vela. Puede ser cualquier tipo de piedra.

Visualízate dentro de un círculo de luz, junto con tu vela y las piedras que la rodean. Y siente como el abuelo fuego te limpia y purifica de todo lo que ya cumplió su función a lo largo de este ciclo. Todos los obstáculos que pudiera haber en tu vida, en tu camino, son quemados por este fuego y se elevan junto con el humo de la vela. Deja que todo lo que a lo largo de la última etapa cumplió su función siga su camino.

Una vez que sientas que todos esos lastres han sido liberados, lleva la atención al centro de tu pelvis, a tu útero si eres mujer, y visualiza en tu interior la semilla de la creatividad, de los nuevos proyectos que se expanden en tu interior. Visualiza tu pelvis como un caldero, como un cuenco en el que toda la magia y la sabiduría ancestrales tienen su lugar. Ese lugar en el que tu semilla puede ser plantada y regada, ese lugar al que llevar tu atención e incluso tus manos para tomar contacto con la fuerza que anida en tu interior.

Visualiza como desde el centro de tu pelvis, surgen unas raíces que se van adentrando hacia las profundidades de la tierra, hacia el submundo interno que te conecta con ese lugar del que vienes. Siente ese enraizamiento, esa conexión con la tierra que te sostiene y que te nutre.

Visualiza ahora el cuenco de tu pelvis como un lugar fértil como la tierra sobre la que reposa su peso, siéntelo como el lugar en el que plantar las semillas de aquello que quieres materializar en este nuevo ciclo que comienza. Y deja que estas semillas vayan encontrando su asiento, su fuerza, su magia.

Después de unos minutos centrada en tu interior, llevando la atención hacia tu mundo interno, vuelve a conectar con la llama de la vela que ha venido alumbrando tu meditación. Consciente de que la luz ha vencido una vez más a la oscuridad, sabiendo que la sombra ha sido integrada y es una con la luz, ya que si hay sombra es porque hay luz. Se consciente de esa luz y ábrete a ella.

Después de varios minutos en esta contemplación, puedes colocar las palmas de las manos unidas en el centro de tu pecho e inclinar ligeramente la cabeza hacia tu corazón y hacia tus manos. Agradece el haberte dedicado este tiempo para reflexionar sobre aquello que tiene lugar en tu vida y aquello que puede que ya no te sirva como lo hizo en algún otro momento. Agradece el aprendizaje que cada situación trae a tu vida y sonríete, pinta una sonrisa en tu cara, sonríe hacia tu interior, por permitirte seguir adelante consciente y segura de que lo que has plantado te acerca cada vez más a ti.

Inhala eleva la mirada, suelta tus manos y si quieres puedes apagar la vela manteniendo la interiorización que has generado a lo largo de la meditación. También puedes dejar que la vela se consuma en su totalidad (hazlo de manera que sea seguro, que no exista riesgo de incendio) o bien puedes utilizar esta vela cada vez que vayas a meditar o a practicar, o simplemente encenderla unos instantes cada día o cuando sientas que necesitas conectar con esa parte sabia que habita en ti desde tiempos inmemoriales.

¡Feliz Yule, feliz Solsticio de Invierno!

Que la sabiduría y la luz guíen tu camino.