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LA VIDA ES COMO UN TREN

 

Voy en un tren de camino a Ávila, al congreso ibérico de yoga y meditación.

 

Para variar, voy “aprovechando” el tiempo, escribiendo cosas, preparando publicaciones, y cuando el móvil tarda en cargar la página que quiero consultar, alzo la vista y contemplo el paisaje.

 

Cada vez que hago esto, me maravillo del extraordinario lugar en el que vivimos, el verde de los prados, el de los árboles, el alegre transcurrir de los ríos, la belleza de los pueblos aun dormidos. Y por supuesto, todo esto ajeno a mi paso por sus contornos. Da igual que yo pase, da igual que yo lo observe, va a seguir ahí, expectante, alegre, indefectiblemente consciente de su estar.

 

Y entonces me pregunto: ¿no será que esto también me ocurre en la vida? ¿Que mientras yo me entretengo en “aprovechar” el tiempo, me voy perdiendo el paisaje?; y las horas, los días, los años inexorables siguen su curso, no se detienen. De mi depende si los observo, si los vivo o si sigo con la cabeza agachada “aprovechando el tiempo”.

 

Y lo que es aún peor, me acabo de dar cuenta de que este tren tiene dos ventanillas, una a cada lado. Y el paisaje es completamente distinto:

 

- A la derecha prados verdes y molinos de viento.

 

- A mi izquierda, prados ondulantes vestidos de oro, con un camino que se abre entre ellos, se intuye la presencia de un rio, acompañado de dos cordones de álamos blancos.

 

¿Miro? ¿No miro? ¿Por cuál de los dos miro?

 

 

Y supongo que así es la vida: un continuo decidir, pero al menos hagámoslo con conciencia.

 

Hemos entrado en un túnel, al menos aquí, la cosa está clara: aprovecho para escribir. Pero la sorpresa… está al salir.

 

Feliz viaje.

 

Sat Nam