El 21 de junio es el Solsticio de Verano, el día más largo del año, con más horas de luz, y la noche más corta. Este momento se ha venido celebrando a lo largo de los siglos en las diferentes culturas, a través de fiestas y rituales en los que el Sol era venerado.
El astro Rey, permite que la vida siga manifestándose, que la naturaleza siga ofreciendo sus frutos. Es para todos una fiesta; aquello que demuestra que la existencia continúa, la primera divinidad con la que se ha identificado la humanidad a lo largo de toda su existencia.
Con los rituales se pretendía recrear la magia presente en este día, cruzar la puerta que conecta el inconsciente con lo consciente, trascender la oscuridad para llegar a la luz, atravesar la puerta que nos lleva de una realidad a otra.
La purificación por el fuego, a través de antorchas y hogueras como símbolos de luz que iluminan la oscuridad, nos ofrece la posibilidad de quemar todo lo viejo, de arrojar a las llamas todo aquello que ya no nos sirve, lo que ya no puede seguir manifestándose con la nueva realidad en la que nos estamos transformando. Todo en el universo, en la naturaleza es cíclico, del mismo modo, nosotros como microcosmos, nuestra naturaleza interna también es cíclica y por ello también es necesario que se renueve, y que se libere de todo aquello que ha dejado ya de ser útil.
En la antigua Grecia se definía el Solsticio de Verano como una puerta de entrada a otra dimensión, para ellos, el sol iba disminuyendo cada día, porque penetraba en la dimensión del espíritu de los hombres, primero brillaba en el exterior, para después ir hacia el interior, hacia su verdadera esencia. El Espíritu (Neuma) se recogía sobre sí mismo, para asimilar las experiencias vivenciadas a luz del Sol. Esta puerta se conocía como “Puerta de los Hombres” y a la puerta que se manifestaba durante el Solsticio de Invierno, el 21 de diciembre “Puerta de los Dioses” el hombre solo podía llegar a conectar con la luz, con los dioses del Olimpo a través de la introspección, cruzando la puerta del inconsciente, acercándose a la esencia que les era propia.
En la antigua Roma, las dos caras del Dios Jano hacían alusión a estas dos puertas. Jano, el guardián de las puertas, los comienzos y los finales, el que simboliza el paso del pasado al futuro, el paso de la vida a la muerte. Una de sus caras miraba al solsticio de verano, la puerta de entrada para las almas que iban a llegar a la tierra a través del nacimiento. Su otra cara miraba al Solsticio de Invierno, por donde las almas abandonaban los cuerpos físicos que habían encarnado para ir hacia otras dimensiones. El poder de ver el pasado y el futuro a la vez, le confería la cualidad de poder tomar decisiones sabias y justas.
Hay tradiciones en las que se cree que los guías de la luz, logran acceder a nuestra dimensión durante la celebración de esta fiesta para comunicarse con nosotros.
Para los hindús, el Solsticio de Verano, es la vía de los ancestros, pitri-yana, la puerta que conduce al interior de uno mismo. Los Indras adoran el fuego primordial. Son numerosos los nombres que se le dan al Dios del Sol en la mitología Hindú. Si por ejemplo observamos el tan afamado saludo al sol, Surya Namaskar, nos encontramos que si lo realizamos con el acompañamiento de mantras, a cada postura le corresponde un mantra distinto en el que se menciona uno de los 12 nombres atribuidos a esta divinidad (Mitra, Surya, Ravaye, Bhanave…).
En nuestros días, este es para nosotros un día propicio para meditar, para crear una proyección renovada de nosotros mismos en el mundo, tratando de purificar, redimir aquellas partes de nuestra personalidad (el ego, ahamkara) que niegan nuestro Ser, la esencia que somos.
Sufrimos por ignorancia (Avidya), cuando hay esquemas o conductas en nuestras vidas que no nos permiten seguir avanzando, que no nos dejan manifestar aquello que realmente somos, que en lugar de permitir que nuestra esencia se vea afirmada y siga expandiéndose en su verdadera naturaleza, nos limitan.
Para minimizar esta tendencia autolimitante es importante conectar con la nueva experiencia de uno mismo que nos reafirma en quiénes somos y en cómo queremos experimentar nuestra vida.
Como rituales contemporáneos, nos encontramos por ejemplo con los baños en el mar o en un rio al amanecer, para purificarnos y limpiar las emociones que nos arrastran a esa ignorancia a esa desconexión del Ser.
También las hogueras, como las de San Juan son habituales. El fuego purificador que nos ayuda a quemar, a deshacernos de esas conductas que limitaban nuestra personalidad, a soltar los lastres del pasado que nos anclan a un falso presente y nos proyectan hacia un futuro incierto.
Quemamos en la pira de la consciencia todas aquellas situaciones que ya no deseamos seguir viviendo, que ya es hora que dejemos partir, porque solamente con las manos vacías, podremos agarrar esa nueva personalidad que poco a poco va desvelando nuestro verdadero yo, aquello que somos por encima de todos los convencionalismos, de toda máscara, de todo ego.
Ejercicio práctico:
Si te apetece puedes coger un papel en blanco y un bolígrafo y escribir todo aquello que sientas que ya no tiene sentido en tu vida. Aquello que te gustaría dejar marchar y que por un motivo u otro al final no has hecho.
Cuando lo tengas escrito, puedes quemarlo (si lo haces en casa, asegúrate que lo haces con seguridad, evitando cualquier riesgo de provocar un incendio), entregarlo al fuego de alguna de las hogueras de San Juan que tendrán lugar el próximo 24 de junio por ejemplo.
Mientras se quema, visualiza la resolución de estas situaciones, cómo todo es quemado, purificado por las llamas de la conciencia suprema, en forma de fuego cósmico.
El objetivo de este ritual es tratar de comenzar a conectar con nuestra verdadera esencia, con lo que realmente somos, y poder elegir aquellos espacios que realmente queremos trascender, cuál es el espacio en el que queremos germinar, cuál la senda, el sendero por el que transitar.
Y para poder renacer conecta con esas vivencias que ya no te sirven, que has entregado al fuego, dales las gracias por el aprendizaje que han supuesto para ti y déjalas partir. Porque cada experiencia, cada elección, cada relación que has tenido te han servido para crecer, para convertirte en lo que ahora eres y tal vez, ya sea el momento de que continúes tu camino, de que te liberes y de que las liberes, para que cada uno pueda seguir su propio transitar en esta vida.
Buen día y feliz práctica.
ॐ Sat Nam ॐ